Videoarte y pintura
Javier Artero Flores. La Disección Lucida
Federica Matelli
2014
A mediados de los años sesenta, cuando la Sony produce y difunde la primera video camera electrónica portátil, el “video” se presenta como un cinema a bajo coste, de producción rápida, ágil instrumento documental, para contar historias de maneras distintas a aquellas propuestas por la industrial cinematográfica o por la televisión. Económico, el video presentaba a diferencia del cinema, la posibilidad de registrar simultáneamente imágenes y sonidos, que se presentaban más maleables, metamórficos, comparados con aquellos del cinema. El modelo, en este caso, era el cinema abstracto, experimental o de animación. Más allá que su relación con el cinema en su forma de cinema expandido (Youngblood, 1988), el video presenta desde su época temprana una estrecha relación también con la música y con artes plásticas: el medio videográfico constituía un instrumento que permitía a los artistas proseguir de forma distinta sus investigaciones estéticas o la experimentación de lenguajes ya existentes. En las obras de los que son considerados los pioneros “ancestrales” del video arte mundial, el coreano Nam June Paik y el alemán Wolf Vostell, esto es evidente: ya desde antes del nacimiento de la video camera portátil, cuando el primero se centraba en el valor escultórico de las pantallas televisivas y en la ductilidad de la imagen electrónica, Wolf Vostell revelaba su referente pictórico poniendo los luminosos monitores TV detrás de telas desgarradas mientras generaban formas abstractas en movimiento. El sueño de los pintores que se acercaron al cinema en los años veinte, era aquel de dinamizar con medios distintos la creación pictórica. Fundamentales fueron las reflexiones sobre la dimensión temporal y espacial de la representación pictórica en el cinema y luego en el video, puesto que estos medios, y sobretodo el video, permiten justamente trabajar sobre los aspectos temporales, y no solo espaciales, de las imágenes. Un paso adelante se ha dado con la tecnología digital, que ha permitido desenganchar la producción de la sucesión de fotografías o dibujos (en el caso de la animación) permitiendo a los artistas trabajar simultáneamente sobre los aspectos formales de las imágenes, en concreto: la forma, el color, el contorno y la luminosidad. Recuerda Sandra Lischi en su libro “Visioni electroniche. L’Oltre del Cinema e L’Arte del Video” las palabras del pintor y video artista Mario Canali, quien afirma (Lischi, Sandra. Ed.Fondazione Scuala Nazionale di Cinema, 2001. Pag.37):
“trabajar con el ordenador cambia las relaciones con la materia y el proyecto: cuando hago una pintura, antes la pienso y luego hago un boceto, luego trabajo con los colores. Con el ordenador pienso y hago al mismo tiempo, cambia completamente la relación con la creación”.
Bill Viola, ya icono del video arte contemporáneo, demuestra un gran interés por la pintura, y no solo por el formato instalativo de sus videos (dípticos y a menudo trípticos), sino con relación a los componentes espacio temporales: en sus trabajos casi siempre el tiempo, que en la pintura como también en la fotografía resulta como si fuera congelado, se extiende lentamente, se dilata, mientras sus personajes ocupan un espacio alterado. La temporalidad extendida y ralentizada de sus “videos – pinturas” permite hacer visibles elementos de la interacción entre los elementos o personajes protagonistas que de otra manera no se percibirían. Pequeños detalles, gestos inconscientes, pequeños movimientos o matices, hablan por medio del movimiento de las imágenes permitido por las nuevas video-tecnologías electrónicas, de manera que una vez más el video se expande a otro medio: más allá que el cinema, la pintura.
Javier Artero. “La disección Lucida”
“La disección Lucida” es una exposición de Javier Artero que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga del 11 de Abril al 31 de Mayo de 2013. El montaje se componía de cuatro pantallas de plasma sobre otras tantas mesas de madera de viruta orientada (con cascos para el sonido) y de una proyección en la pared en relación narrativa la una con la otra, instaladas en un ambiente inmersivo completamente oscuro. Según aclara Artero, la experiencia de la exposición debería llamar a la experiencia de un viaje, del cual las obras serian como souvenirs. La raíz de la exposición es autobiográfica, en cuanto a que el material de video que compone las obras fue recolectado durante un viaje del artista en la localidad de Passau en Alemania, como la profundidad y lo misterioso del paisaje nórdico de las imágenes revela. La relación del material video presentado con la pintura se hace evidente a primera vista, la cual resulta interesante por el nexo que Artero ha sabido crear entre uno de los medios artísticos más vanguardistas y experimentales, la imagen electrónica, y uno de los géneros más clásicos y casi olvidados por las ultimas tendencias artísticas contemporáneas, la pintura figurativa. El contraste entre la contemporaneidad de la visón electrónica y el formato figurativo, resulta en una majestuosa elegancia que recuerda un elemento estético hacia el cual el sujeto contemporáneo ya está casi anestesiado: lo sublime romántico, el absoluto, la maravilla de la experiencia subjetiva frente a la grandeza de la naturaleza que se da en una forma de contemplación que expande y absolutiza el tiempo, en contraste con el tiempo frenético y fragmentado de la experiencia cotidiana contemporánea.
Según las palabras del mismo artista que explica su trabajo en el Statement de la exposición:
“A pesar del formato audiovisual de mis piezas, las calidades inmanentes de lo pictórico, tales como la textura, se perciben notablemente en ellas. Sea quizá por una incapacidad de concentrar el amplio contenido conceptual con el que trabajo en una sola imagen, o en una imagen fija, que esta deficiencia narrativa se traduce en la elaboración de vídeos cercanos a la pintura, o más bien a la fotografía, en los que la acción es prácticamente inexistente, en una intención de que el parámetro temporal quede suspendido no sólo en la duración física sino en la percepción del espacio que nos genera la grabación. […] Es en esta tesitura de fotografía-vídeo, vídeo-fotografía, en definitiva imagen tiempo, imagen movimiento, donde se sitúan mis propuestas más recientes y surge lo que denomino “vídeo-postal”, una combinación de palabras que refleja mi interés por el tiempo real/natural tarkovskiano - en un sentido purista, sin choques. Es así como términos aparentemente tan opuestos, el vídeo y la postal, acaban encontrando su similitud en el “acto contemplativo”. Mientras el tiempo vive en el vídeo, la imagen fija, en este caso en formato postal -con esto me refiero a la concepción clásica de las “tarjetas postales” que muestran localizaciones de interés turístico, artístico, monumental...- trata de remitirnos a un tiempo encapsulado, que como si de un “elaborado” se tratara, nos evoca un espacio atemporal. No resulta, por lo tanto, azaroso que esta confluencia de intereses - lo pictórico desde lo digital o la meditación ante una “naturaleza de postal” - haya tenido lugar en esta ocasión concreta, quizá por el extrañamiento de tener que articular el lenguaje verbal en un habla extranjera, de modo que la huida a la naturaleza, lo primigenio, se convierte en el refugio más familiar. El fin o final de un viaje romántico que se encuentra en la dualidad de la figura y el fondo, del individuo y el abismo.”